lunes, 20 de abril de 2009

¿SE PUEDE VENDER LA MUERTE POR TELEVISIÓN?

LA DEONTOLOGÍA DE LOS MEDIOS: ¿Dónde está los límites?

Seguro que todo el mundo recuerda el caso de Jade Goody, una británica de 27 años que se convirtió en celebridad en el Reino Unido tras participar en el programa de televisión 'Gran Hermano', y que ha vendido por 1 millón de libras (1,12 millones de euros) la exclusiva de sus últimos días de vida tras serle diagnosticado un cáncer terminal.

Aunque así dicho parece hasta cruel, ése es el tratamiento que le han dado los medios. ¿Quién tiene más culpa, los medios que aceptan transmitir la espera de una muerte inminente, o la persona que desea hacer eso público? La respuesta es que los medios han actuado como la sociedad pide, ante un país “sediento de sangre”, una persona que se lucra vendiendo su agonía y unos medios que actúan como buitres o como hienas hacia la “carroña” que alimentará muchas bocas.

Su historia ha conmocionado a Reino Unido, más allá del sentimiento que pueda suscitar la narración pública de una enfermedad y una lenta muerte, por la sinceridad que ha expresado Goody a la hora de hablar de su situación y de reconocer que cobrará todo el dinero que pueda.
Pero no se sí conmueve más la historia de su muerte o de su vida; una joven, inculta, pobre, que sale de la miseria con la “telebasura”, participando ni más ni menos que en dos ediciones de Gran Hermano. En el primer “Big Brother” (GH en Reino Unido), Goody y Silpha Shetty protagonizaron una encendida polémica por unos comentarios racistas de la propia Jade hacia la actriz india, que causaron no sólo su expulsión, sino también manifestaciones de ira en varias ciudades indias.


Para limpiar su imagen, la británica visitó el país y se excusó por su comportamiento. Los productores de la versión india del concurso, la invitaron a participar, una oferta que Goody aceptó para "cambiar la percepción de la gente sobre ella". Pero antes de entrar en el concurso, Goody se había sometido a unas pruebas médicas en el Reino Unido, cuyo resultado fue conocido dentro del concurso, que tuvo que abandonar.

Así, el cáncer la transformó, y la hizo una mujer capaz de mover masas. Su objetivo, vender su historia al mejor postor, con el inocente argumento de que lo que ganase con ello sería únicamente para que sus hijos pudiesen tener una infancia y una vida diferente a la suya, en la que estuvo rodeada de drogas y sumida en la pobreza. Los efectos positivos de su campaña fueron que aumentó notablemente el número de mujeres que fueron a hacerse una revisión al médico.

Pasamos de ver la imagen que presentó en Gran Hermano donde era la personificación de la ignorancia, la ordinariez, y el centro de mofas de la prensa, a ver la imagen que, alejada de la tristeza propia de una persona enferma terminal, nos muestra a una mujer orgullosa de la calva que le ha provocado los efectos de la quimioterapia.

La televisión Living TV, que desde junio estaba rodando un programa sobre ella, ha sido la encargada de ir exponiendo con toda crudeza los estragos que iba haciendo la quimioterapia en el cuerpo y la mente de la joven, que también elató su tragedia en los periódicos.

Jade Goody era propiedad de los medios; tanto que el Gobierno intervino para que su marido, que estaba en la cárcel desde hacía cuatro meses, recibiera el favor de salir en libertad vigilada para casarse; todo porque el ministro de Justicia, Jack Straw dijo sentir "enorme simpatía" por Goody y su familia y por su "extraordinario coraje". Hasta el primer ministro, Gordon Brown, pareció apoyar la intervención cuando dijo que el asunto dependía de las autoridades correspondientes, pero dejó claro que "todos estamos entristecidos con esta tragedia".

Así, la joven fallecía un 22 de Marzo, habiendo dejado el funeral y el cortejo fúnebre, que iría desde su domicilio hasta la iglesia de San Juan Bautista, donde se celebró un servicio religioso. Sin embargo su muerte no supuso el fin del “espectáculo”. El mismísimo jefe del Gobierno británico encabezó la larga lista de homenajes en memoria de Jade Goody, reflejo del tremendo fenómeno encarnado por la estrella de la telerrealidad.

A parte de la polémica, que tras su muerte ha dejado, lo último que ha saltado a los medios es que tendrá incluso un musical, según ha confirmado un ex amigo y socio de negocios.
No sólo los medios son culpables de hechos como éste, pues sólo son la respuesta de su público; hacen lo que se vende y tanta culpa tienen de emitirlo como todos aquellos que lo han visto. De acuerdo que si no se emitiese, nadie lo vería, pero si la realidad es que se emite, ¿si tan escandaloso es por qué la gente lo ve?


¿Tiene una persona la libertad para hacer público hasta su muerte? ¿O deben fijarse unos límites los propios medios de lo que pueden o no emitir? Lo único que está claro es que han servido para cambiar la imagen hasta despreciable que los medios habían mostrado de ella, a la de toda una heroína.

Más información
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/triste/negocio/Jade/Goody/elpepusoc/20090222elpepisoc_1/Tes

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